La evolución del minibar, ese electrodoméstico integrado en las habitaciones de hoteles de cuatro y cinco estrellas desde hace 60 años, despierta adeptos y detractores, pero lo cierto es que existe por normativa y constituye un valor añadido para el cliente. Cuidar hasta el mínimo detalle en un hotel es fundamental, algo que se extiende también a otros dispositivos, como teteras y cafeteras, para que el bienestar del huésped esté siempre garantizado.
Cualquier noche de hotel puede convertirse en una experiencia en sí. Por ello, los establecimientos son cada vez más conscientes de la necesidad de involucrarse en la vida de sus clientes para que se sientan, más que nunca, como en casa.
A todo ello contribuye el silencio, la buena gastronomía, la atención personalizada, la decoración, la comodidad y, cómo no, un protagonista discreto pero irremplazable, un clásico de los hoteles que permanece en las habitaciones de forma indiscutible: el minibar.
Algunos le tienen “respeto” por su afamado alto precio y no se atreven ni a acercarse; otros le profesan cierta “curiosidad” y, aunque abren la puerta, prefieren no tocar nada, y el resto no pueden resistir la tentación de calmar su sed con solo alargar la mano o darse el antojo nocturno de una chocolatina, por ejemplo. Sigue leyendo