¿Podrán los asistentes de voz cumplir su promesa?

La voz, como cualquier otra innovación que permita a las personas interactuar, puede tener éxito o fracasar, dependiendo no solo de su capacidad para resolver una serie de funciones lógicas, sino también de su capacidad para hacernos sentir. Lo que está claro es que de momento las tecnologías de voz no generan en los usuarios las sensaciones que se esperaban.

Si nos dejásemos influir por el ordenador HAL 9000 de 2001: Odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968) probablemente desconectaríamos nuestro Alexa. De hecho, solo el 2% de los usuarios que poseen un Alexa ha comprado alguna vez por voz, según The Information, que cita fuentes internas de la propia Amazon. Y de los que compraron, solo uno de cada diez repitió la experiencia. Esto indica que todavía existe gran distancia entre lo que Amazon espera de su asistente de voz y el valor que el mercado percibe.

Como siempre ocurre con cualquier tecnología orientada al consumidor, suele haber diferencias entre la visión que tienen sus creadores y la percepción de los usuarios; una distancia que en el caso de la tecnología de voz es significativa. De hecho, los usuarios de altavoces inteligentes esperan más de lo que están recibiendo, y la clave está en la naturaleza humana de estas expectativas.

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Autenticación del usuario en los pagos: de la seguridad a la experiencia

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El próximo 14 de septiembre entrará en vigor la nueva normativa de pagos europea (PSD2), que tanto está dando que hablar entre los actores del ecosistema de los medios de pago. Ésta introduce importantes cambios para aumentar la seguridad de las transacciones. La doble autenticación, la biometría o la identificación del usuario son conceptos fundamentales en el mundo de los pagos pero, ¿qué significan exactamente? ¿qué beneficios pueden aportar?

 

La normativa establece la obligatoriedad de exigir al usuario una autenticación reforzada o SCA (Strong Customer Authentication), basada en el uso de dos o más factores para su identificación. Dichos factores podrán ser basados en el conocimiento (algo que el usuario sabe, como un PIN o una contraseña), la posesión (algo que el usuario tiene, como una tarjeta o un dispositivo móvil) o la inherencia (algo que el usuario es, como la huella o el iris).

En este último punto es donde entra en escena la biometría, un concepto del que ya se ha oído habar, pero aun novedoso y que reúne las características necesarias para evolucionar y convertirse en un futuro cada vez más cercano en la forma más utilizada de autenticación.

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